Actualmente se define en diferentes ámbitos y de forma casi natural a la economía como “la ciencia de administrar recursos escasos”. La definición tiene una fuerte carga ideológica, que condiciona el accionar. Se nos hace creer que nos encontramos frente a un planeta o un país que no tiene bienes suficientes para cubrir las necesidades de los individuos. Personas que para los economistas que se afilian a esta definición son “insaciables” a la hora de querer satisfacer sus necesidades.
Esta peregrina definición que se puso en boga en los 90, a partir de la hegemonía del pensamiento único en los ámbitos académicos, es la base sobre la que después se pretende fundamentar que “no es conveniente que el Estado gaste en demasía”. Se argumenta que hay que ser cautelosos y administrar adecuadamente los escasos recursos con los que se cuenta. No se menciona que hoy la humanidad produce recursos alimenticios para abastecer tres veces la población mundial y que el avance científico-técnico permitiría reducir la jornada laboral a la mitad sin detrimento de la producción e incorporando al mundo del trabajo a los centenares de miles de excluidos. Obviamente este mundo posible no es realizable dentro del sistema capitalista. Porque el capitalismo es por definición un modo de producción desigual, en donde existe una clase social que es dueña de los medios de producción y que se apropia de la riqueza generada por los trabajadores. El Estado, en tanto instrumento de la clase dominante, (y no olvidemos cuál sigue siendo la clase dominante, más allá del cambio de gobierno) no está exento de estas contradicciones, pues la lucha de clases atraviesa toda su estructura. En el caso uruguayo esto es más visible con el cambio que significó la llegada de la izquierda al gobierno. El sentido que tomen las acciones de gobierno no está al margen de las presiones que realizan las clases en pugna. Por eso mismo nada asombra el revuelo que causó la propuesta del Presidente de la República de usar parte de las reservas del Banco Central para invertir en la construcción de viviendas y de escuelas. Los dirigentes blancos salieron a criticar la propuesta por considerarla que daría “una mala imagen del país en el exterior” y compararon esta situación con la vivida durante el gobierno de Jorge Batlle. Su sugerencia ha sido que el Estado podría contraer una deuda a largo plazo y bajos intereses con los organismos internacionales para cubrir las necesidades de viviendas y escuelas. Cualquier vecino se preguntaría por qué debe endeudarse el país si se tienen rubros suficientes para hacer la inversión, sin que ello le produzca un desbalance en las cuentas. O por qué estos mismos representantes de las clases dominantes no dudaron en comprar bancos fundidos o dar préstamos impagables a los grandes propietarios del país con los mismos recursos a los que hoy ponen peros. En la oposición, los colorados han sido más cautos, consecuentes con su intento visible de cambiar una imagen estrepitosamente venida a menos. Por ejemplo, en esta semana Pedro Bordaberry visitaba el PIT CNT para dialogar y llegar a acuerdos para impulsar temas en común. ¡Y reclamó públicamente que nuestro gobierno no debe pensar tanto en la inversión sino dar prioridad al empleo! Pareciera que los uruguayos deberíamos dar una carta de confianza al mismo partido que cuando en los últimos años estuvo en el gobierno atacó de todos los modos posibles los intereses de los asalariados. Tendríamos que olvidar que en sus filas tienen dirigentes que se ufanaron de no haber perdido ninguna huelga. ¿O será que Pedro (Bordaberry) intenta generar una cortina de humo que tape la condena a 30 años de cárcel de su padre como dictador? Nadie es culpable de los hechos de sus progenitores, pero Pedro (Bordaberry hijo) jamás ha condenado el golpe de Estado. No ha faltado el argumento de que la propuesta de Mujica es semejante a la situación argentina y que se nota la falta de un “Banco Central independiente”. Obviamente para ellos, que lo quisieron privatizar, el quid es la independencia del Banco Central… independiente respecto de los intereses del pueblo. Nuestra fuerza política tiene un programa de gobierno elaborado por el conjunto de sus integrantes y la propuesta del compañero Presidente está en clara consonancia con el programa del FA: “La estabilidad es importante pero no es un fin en sí mismo, por ello es necesaria su compatibilidad con las otras políticas, sectoriales, territoriales, sociales que apuntan al logro de otros objetivos igualmente importantes, como la estructura productiva, la equidad en el desarrollo territorial y la atención de la problemática social”. “Para construir y llevar adelante una estrategia nacional a mediano y largo plazo es imprescindible que las políticas macroeconómicas tanto en sus cuestiones generales, como en sus planteos concretos se ajusten a los objetivos de dicha estrategia, de tal forma estarán al servicio del proyecto. Uno de los ejes centrales de la construcción de este proyecto son los recursos. La renegociación de los intereses de deuda con los acreedores privados y los organismos multilaterales de crédito deberá realizarse de forma tal de no poner en riesgo el desarrollo nacional y sus objetivos estratégicos; asimismo no se incrementará la carga fiscal en los sectores de menos recursos. El crecimiento económico de largo plazo está asociado a políticas macroeconómicas estables y sostenibles, basadas en los principios de responsabilidad fiscal, flexibilidad cambiaria, mantenimiento de tasas de inflación bajas, sin dejar de atender la problemática de competitividad y la generación del adecuado clima de negocios que requiere la inversión y el crecimiento de la actividad económica. Por otro lado una economía equilibrada significa una defensa frente a las inestabilidades de los mercados internacionales y regionales por lo cual mantenerla implica dar mayor seguridad interna frente a impactos externos adversos”. (V Congreso Extraordinario “Zelmar Michelini”) El objetivo es generar miles de viviendas para los hombres y mujeres uruguayos y sus familias, que viven hoy precariamente y crear las escuelas que permitan que nuestros niños puedan aprender en mejores condiciones. La concreción de esta inversión en un sector dinámico de la economía como es la construcción, generará, al mismo tiempo, en forma directa o indirecta miles de empleos, con el consabido aumento del consumo en el mercado interno. Es un ejemplo de política proactiva y anticíclica que compartimos plenamente. A los cautelosos debemos recordarles que se trata de utilizar sólo una parte de las reservas disponibles.1 Lo que está en juego es el papel del Estado en el próximo período.
(notas) 1 El BCU tiene unos activos de reserva que totalizan unos US$ 8.094 millones. De los cuales puede llegar a utilizar en concreto unos US$ 3.650 millones y de ellos se podría utilizar unos 700 millones. Y si a alguien le sorprenden las cifras, las mismas están tomadas del diario “El Pais”
Esta peregrina definición que se puso en boga en los 90, a partir de la hegemonía del pensamiento único en los ámbitos académicos, es la base sobre la que después se pretende fundamentar que “no es conveniente que el Estado gaste en demasía”. Se argumenta que hay que ser cautelosos y administrar adecuadamente los escasos recursos con los que se cuenta. No se menciona que hoy la humanidad produce recursos alimenticios para abastecer tres veces la población mundial y que el avance científico-técnico permitiría reducir la jornada laboral a la mitad sin detrimento de la producción e incorporando al mundo del trabajo a los centenares de miles de excluidos. Obviamente este mundo posible no es realizable dentro del sistema capitalista. Porque el capitalismo es por definición un modo de producción desigual, en donde existe una clase social que es dueña de los medios de producción y que se apropia de la riqueza generada por los trabajadores. El Estado, en tanto instrumento de la clase dominante, (y no olvidemos cuál sigue siendo la clase dominante, más allá del cambio de gobierno) no está exento de estas contradicciones, pues la lucha de clases atraviesa toda su estructura. En el caso uruguayo esto es más visible con el cambio que significó la llegada de la izquierda al gobierno. El sentido que tomen las acciones de gobierno no está al margen de las presiones que realizan las clases en pugna. Por eso mismo nada asombra el revuelo que causó la propuesta del Presidente de la República de usar parte de las reservas del Banco Central para invertir en la construcción de viviendas y de escuelas. Los dirigentes blancos salieron a criticar la propuesta por considerarla que daría “una mala imagen del país en el exterior” y compararon esta situación con la vivida durante el gobierno de Jorge Batlle. Su sugerencia ha sido que el Estado podría contraer una deuda a largo plazo y bajos intereses con los organismos internacionales para cubrir las necesidades de viviendas y escuelas. Cualquier vecino se preguntaría por qué debe endeudarse el país si se tienen rubros suficientes para hacer la inversión, sin que ello le produzca un desbalance en las cuentas. O por qué estos mismos representantes de las clases dominantes no dudaron en comprar bancos fundidos o dar préstamos impagables a los grandes propietarios del país con los mismos recursos a los que hoy ponen peros. En la oposición, los colorados han sido más cautos, consecuentes con su intento visible de cambiar una imagen estrepitosamente venida a menos. Por ejemplo, en esta semana Pedro Bordaberry visitaba el PIT CNT para dialogar y llegar a acuerdos para impulsar temas en común. ¡Y reclamó públicamente que nuestro gobierno no debe pensar tanto en la inversión sino dar prioridad al empleo! Pareciera que los uruguayos deberíamos dar una carta de confianza al mismo partido que cuando en los últimos años estuvo en el gobierno atacó de todos los modos posibles los intereses de los asalariados. Tendríamos que olvidar que en sus filas tienen dirigentes que se ufanaron de no haber perdido ninguna huelga. ¿O será que Pedro (Bordaberry) intenta generar una cortina de humo que tape la condena a 30 años de cárcel de su padre como dictador? Nadie es culpable de los hechos de sus progenitores, pero Pedro (Bordaberry hijo) jamás ha condenado el golpe de Estado. No ha faltado el argumento de que la propuesta de Mujica es semejante a la situación argentina y que se nota la falta de un “Banco Central independiente”. Obviamente para ellos, que lo quisieron privatizar, el quid es la independencia del Banco Central… independiente respecto de los intereses del pueblo. Nuestra fuerza política tiene un programa de gobierno elaborado por el conjunto de sus integrantes y la propuesta del compañero Presidente está en clara consonancia con el programa del FA: “La estabilidad es importante pero no es un fin en sí mismo, por ello es necesaria su compatibilidad con las otras políticas, sectoriales, territoriales, sociales que apuntan al logro de otros objetivos igualmente importantes, como la estructura productiva, la equidad en el desarrollo territorial y la atención de la problemática social”. “Para construir y llevar adelante una estrategia nacional a mediano y largo plazo es imprescindible que las políticas macroeconómicas tanto en sus cuestiones generales, como en sus planteos concretos se ajusten a los objetivos de dicha estrategia, de tal forma estarán al servicio del proyecto. Uno de los ejes centrales de la construcción de este proyecto son los recursos. La renegociación de los intereses de deuda con los acreedores privados y los organismos multilaterales de crédito deberá realizarse de forma tal de no poner en riesgo el desarrollo nacional y sus objetivos estratégicos; asimismo no se incrementará la carga fiscal en los sectores de menos recursos. El crecimiento económico de largo plazo está asociado a políticas macroeconómicas estables y sostenibles, basadas en los principios de responsabilidad fiscal, flexibilidad cambiaria, mantenimiento de tasas de inflación bajas, sin dejar de atender la problemática de competitividad y la generación del adecuado clima de negocios que requiere la inversión y el crecimiento de la actividad económica. Por otro lado una economía equilibrada significa una defensa frente a las inestabilidades de los mercados internacionales y regionales por lo cual mantenerla implica dar mayor seguridad interna frente a impactos externos adversos”. (V Congreso Extraordinario “Zelmar Michelini”) El objetivo es generar miles de viviendas para los hombres y mujeres uruguayos y sus familias, que viven hoy precariamente y crear las escuelas que permitan que nuestros niños puedan aprender en mejores condiciones. La concreción de esta inversión en un sector dinámico de la economía como es la construcción, generará, al mismo tiempo, en forma directa o indirecta miles de empleos, con el consabido aumento del consumo en el mercado interno. Es un ejemplo de política proactiva y anticíclica que compartimos plenamente. A los cautelosos debemos recordarles que se trata de utilizar sólo una parte de las reservas disponibles.1 Lo que está en juego es el papel del Estado en el próximo período.
(notas) 1 El BCU tiene unos activos de reserva que totalizan unos US$ 8.094 millones. De los cuales puede llegar a utilizar en concreto unos US$ 3.650 millones y de ellos se podría utilizar unos 700 millones. Y si a alguien le sorprenden las cifras, las mismas están tomadas del diario “El Pais”
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