viernes, 12 de marzo de 2010

Editorial (12 de Marzo 2010)



En las últimas dos décadas América
se ha convertido en una esperanza
para miles de hombres y
mujeres que pelean por la concreción
de un mundo diferente.
Los procesos avanzados que se
llevan adelante en el continente,
sus distintas experiencias llenas
de ricas complejidades y contradicciones,
han permitido el desarrollo
teórico en torno al abordaje
del socialismo del siglo XXI.
Como contrapartida la gran burguesía
trasnacional, a través de los estados
imperialistas ha estado generando
sistemáticamente contraofensivas, en todos
los niveles, para ahogar o cercenar los
avances que se logran a partir de las luchas
de los pueblos.
No debe sorprendernos que la OEA, antigua
niña mimada de EEUU, se encuentre
cuestionada por la derecha internacional y
nacional. Esto comenzó a suceder a partir
del momento en que los países integrantes
de dicha organización mostraron cada
vez más una postura independiente de los
intereses del gigante del norte. Hay que recordar
cómo se criticó la aprobación de la
reinserción de Cuba en la OEA; o la postura
de defensa de los procesos democráticos
ante los intentos y la ejecución de los golpes
de Estado en la región. Los medios de
prensa que responden a los intereses
imperialistas han iniciado una campaña de
desprestigio ante la reelección de Insulza a
la cabeza del organismo, no por sus ideas
revolucionarias, ya que es un claro socialdemócrata,
sino porque “ha sido demasiado
condescendiente con los gobierno de izquierda”.
Que la derecha de EEUU busque un nuevo
chivo expiatorio no es casual. El ubicar nuevamente
al enemigo externo en su patio trasero,
ante el fracaso en la opinión pública
de su accionar en Medio Oriente, tiene como
objetivo buscar un nuevo impulso a su industria
militar y al mismo tiempo desviar la
atención de la creciente desocupación que
afecta al pueblo norteamericano. Hay que
tener presente que hoy se está discutiendo
la extensión de las actas represivas
instauradas durante el gobierno de Bush, lo
que da por tierra las últimas esperanzas que
algunos tenían sobre el gobierno de Obama.
En este marco es saludable que nuestro gobierno
profundice su relación regional. Como
afirmó el compañero Presidente, “el
MERCOSUR es hasta que la muerte nos separe
». Todo otro intento de inserción internacional
que no tenga como plataforma la
integración latinoamericana condicionará
aún más nuestra capacidad de desarrollar
el programa popular y generar una fuerte
oposición social y política, antiimperialista.
La inserción regional necesita de un país
productivo que no dependa exclusivamente
del valor que en el mercado internacional tiene
nuestras materias primas. La incorporación
de valor agregado a la producción nacional
debe ser una meta del quinquenio.
El Estado debe participar activamente en
este proceso y se irá transformando en su
gestión con la incorporación de trabajadores
y usuarios tal como se expresa en nuestro
programa y como se está llevando a cabo
en varios ministerios (MGAP, MIDES, MSP).
Son experiencias que necesitan ser extendidas
y profundizadas.
No debe existir el temor a la democracia en
tanto transferencia de poder concreto a los
integrantes del pueblo trabajador. En todo
caso hay que problematizarla para ver cuáles
son los mecanismos para lograr la mayor
participación. La reciente elección de los representantes
docentes en los organismos de
dirección de la enseñanza, -en el marco de
una Ley de Educación que no compartimos-
, es demostrativa por un lado del apoyo del
cuerpo docente a las opciones sindicales
frente a las listas de la derecha que no
dudaron en invertir dinero en la publicidad
televisiva. Pero al mismo tiempo, la enorme
cantidad de votos en blancos (20%)
nos alerta nuevamente sobre el problema
de la participación.
Los procesos de cambio que no se profundizan
son derrotados en el corto o mediano
plazo y para ello es necesaria la participación
organizada del pueblo. Los representantes
de las clases dominantes comprenden
claramente esta afirmación. No
es extraño, por consiguiente, que en las
negociaciones actuales busquen frenar, deformar
o hacer retroceder postulados
esenciales de nuestro programa. Ellos que
durante 175 años estuvieron el control
total del aparato del Estado, -salvo en el
primer gobierno de Sanguinetti en donde
hubo representantes del FA en algunos
entes-, ahora reclaman por la participación.
Hay que recordar que su actitud ha sido, y
lo es en los lugares que controlan, de completa
marginación de la izquierda.
Sus intenciones se ven claramente en la
conformación del Tribunal de Cuenta y la
Corte Electoral, donde se han negado
sistemáticamente a respetar la voluntad
del electorado como lo estipula la Constitución.
Son consecuentes con su posición
de clase y los objetivos que de ella emanan.
Son los mismos que representan los
intereses de los empresarios que atacan
los derechos y condiciones de vida de los
trabajadores de Conchillas o en Paycueros,
por ejemplo.
No hay que engañarse: al ganar el FA nuevamente
el gobierno el proceso de lucha
de clases continuará agudizándose y el
enemigo tratará de recuperar terreno en
los lugares que se lo permitamos por acción
o por omisión.
Parte de esta batalla se va a dar en la elección
de mayo. Nuestro objetivo debe ser
obtener la mayoría de las intendencias del
país, confirmando a nivel local el respaldo
obtenido en el ámbito nacional. La obtención
de por lo menos 10 Intendencias
permitirá avanzar en democracia con
protagonismo popular a la vez que potenciar
instrumentos como el Congreso de
Intendentes o el de Ediles. Lamentablemente
en las elecciones municipales no
logramos presentarnos con candidatos
únicos en la mayoría de los lugares, aunque
todavía podemos hacerlo a nivel de
las alcaldías. La interpretación que la Corte
Electoral realiza de la Ley permitirá el
voto por sublemas dentro del Lema, lo que
puede tentar a algunos compañeros a la
dispersión de candidaturas. Por concepción
seguimos defendiendo que a un único
programa, le corresponde una única
candidatura. Tenemos posibilidades, en el
marco de la discusión franca, de llegar a
un acuerdo consensuado para presentar
a los mejores hombres y mujeres por cada
lugar. No dejemos nuevamente que el árbol
nos impida ver el bosque.
Lograr la mayor
participación posible

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