viernes, 26 de febrero de 2010

Cerdos y diamantes. 26 de Febrero 2010



La presencia de representantes de países, organizaciones sociales y políticas del mundo entero este primero de marzo, es demostrativa tanto de la importancia que los mismos dan a la continuidad del gobierno de izquierda en el Uruguay como de que nuestro país no es una zona al margen de los acontecimientos mundiales. A veces nos cuesta relacionar los hechos que ocurren en otras partes del planeta con nuestra vida cotidiana. La insistencia con la que tratamos la evolución de la crisis productiva que vive el capitalismo y que se expresa de diferentes formas, procura la comprensión de que apenas asumamos la nueva gestión debemos tomar medidas claramente productivas de corto, mediano y largo alcance. Acciones de gobierno de carácter anticíclico que prevengan las consecuencias sociales de la mencionada crisis. Cada estallido de la crisis será más fuerte que el anterior por el simple hecho de que las soluciones que se toman en los países imperialistas, lo único que hacen es «recubrir » algunos de sus efectos. En ese sentido, Estados Unidos, el país más endeudado del mundo, va a realizar en los próximos 60 días la emisión de bonos de deuda pública por el valor de 200.000 millones de dólares. En un país en el cual un sector dinámico como es la vivienda decayó en un 13% sus ventas y la confianza de los consumidores en general bajó en un 40% (cuando la mayor parte de su producción se queda en su mercado interno). A ello se suma que las contradicciones interimperialistas hacen que se intente desestabilizar a la comunidad europea a partir de una ofensiva especulativa sobre Portugal, Irlanda, Grecia y España. Con el agravante de tratar a estos países como los culpables, los cerdos (P.I.G.S), que ensucian el desarrollo saludable de la economía de la comunidad europea. La «salvación» que les proponen los organismos internacionales de crédito es la reducción del gasto, que conlleva a la rebaja de los salarios, el aumento de la edad jubilatoria y la reducción de la inversión social. La aplicación de estas medidas antipopulares ha provocado el resurgimiento en estos países de las movilizaciones de masas encabezadas por las organizaciones de trabajadores. Esta rebeldía popular que se acrecienta debe ser canalizada políticamente por la izquierda. Si no avanza la conciencia y organización de los trabajadores y el pueblo de estos países puede llegarse a que acumulen los sectores más reaccionarios del gran capital. El descontento también puede ser canalizado como un odio hacia el diferente, consolidando y profundizando peligrosamente la xenofobia, el racismo y el chovinismo que ya existe en algunos sectores sociales. Nuestro continente, que sufrió plenamente los embates del neoliberalismo y que en las últimas dos décadas buscó distintas alternativas para enfrentarlo, tiene una situación cualitativa distinta. Los avances en materia de unidad de pueblos y gobiernos de América Latina, con todas sus contradicciones que incluyen retrocesos, no son bien vistos por Estados Unidos. Menos lo es que ahora se haya concretado una organización que no lo cuenta entre sus miembros. La presencia de Hilary Clinton en la asunción de nuestro Presidente no es casual, como tampoco lo son las entrevistas que quiere realizar. La asistencia de tan alto cargo de gobierno demuestra a las claras la intención del gobierno demócrata de reacomodar la situación en el continente. Pero no hay que verlo desligado del cerco militar que se está montando en torno a Venezuela, Ecuador y Cuba con la instalación de bases militares en Colombia, el desembarco masivo de militares en Haití y la movilización de la IV Flota. Tampoco es casualidad que estos días nos hayan visitado representantes del FMI y del Banco Mundial con el objetivo de incidir en el futuro gobierno. Sus consejos son la consabida reducción del gasto, porque según ellos se hace insostenible el aumento de salarios y jubilaciones para el período que comienza. Recomendaciones con las que seguramente estará de acuerdo el empresariado uruguayo que además de intentar hacer lobby a la interna busca que la OIT resuelva a favor de ellos una demanda en contra del Estado uruguayo por limitantes a su «libertad de agremiación». Objetivamente lo que se busca es desarmar los convenios colectivos que no garantizan, para ellos, el «saludable desarrollo de la economía». Las presiones nacionales e internacionales que recibiremos en esta segunda gestión de gobierno, no serán menores de las que recibimos en la primera. Se necesita que nuestra fuerza política esté unida en torno a la defensa del programa y su aplicación, asumiendo las definiciones orgánicas en su plenitud, peleando por ellas sin cálculos de resultados. Centrando las discusiones en cómo hacemos para fortalecer la participación activa y permanente de miles de frenteamplistas que hoy no lo hacen más allá de hechos puntuales. Tenemos por delante el desafío de mantener los lugares en que somos gobierno y de conquistar, donde no lo somos, intendencias desde las cuales poder aplicar y profundizar una política de cara al pueblo. A ello se suma la necesidad de buscar caminos de consenso para presentar alcaldes en todo el país. Ir separados va a conllevar a que los llamados partidos tradicionales tengan más posibilidades. Nuestra piedra preciosa es la unidad del Frente Amplio fruto de décadas de acumulación de fuerzas. Un diamante en bruto que siempre hay que estar puliendo en forma cuidadosa porque como buenos artesanos sabemos que un golpe demasiado fuerte lo puede destrozar. Este domingo deja la presidencia el compañero Tabaré Vázquez y asume el lunes el compañero José Mujica. Lo que permanece es el Frente Amplio. El pueblo uruguayo volvió a confiar en nuestra fuerza política y haremos todos los esfuerzos para cumplir con sus expectativas. Y dicho sea de paso pero con la fuerza que se necesita, si algo debemos tener en cuenta es que la lucha de clases sigue existiendo..

viernes, 19 de febrero de 2010

Editorial 19 de Febrero 2010



Nuestro Uruguay no es una isla: ni en la región ni en el planeta. Variados ejemplos tenemos en el cuadro imperialista y en la actuación de la Unión Europea sobre soluciones a la crisis buscadas por los países «desarrollados» que aparentemente solucionan un fenómeno pero en tanto no van a la raíz del problema, -las contradicciones internas del propio sistema-, su destino final es el fracaso. Hemos advertido cómo en estos momentos están en proceso, un conjunto de nuevas burbujas productivo-financieras, que en el corto y mediano plazo, estallarán. Y en cuanto a las acciones desesperadas, un ejemplo contundente es la actuación que ya señalamos del imperialismo yanqui, que oculta tras la ayuda humanitaria la permanente intervención militar en Haití. Olvidar que el control de su patio trasero siempre ha estado en su agenda es cometer un craso error. En estos años ha ido variando la táctica en procura de frenar la tendencia general (más allá de ciertos retrocesos) de avances de pueblos y gobiernos latinoamericanos. Habrá de tenerse en cuenta, en ese cuadro general, el triunfo de la izquierda, nuevamente, en nuestro país. Al respecto, esta semana pasada el Parlamento ingresó en un nuevo período que refleja en su composición el deseo de los uruguayos en cuanto a profundizar cambios. No llama la atención que los principales líderes de la oposición asuman sus cargos parlamentarios y que estén dispuestos en primera instancia a incorporarse a los entes y órganos descentralizados. La táctica que usaron durante nuestro primer gobierno fue apartarse de cualquier responsabilidad para poder así aparecer al margen de los posibles errores que cometiéramos, considerando –complacientes con ellos mismos y especulando con determinadas necesidades de sus seguidores- que éramos incapaces de llevar adelante cualquier modificación de la realidad que ellos nos dejaron. Los avances logrados sobre la situación de vida de miles de uruguayos demostraron no sólo la capacidad de gestión del gobierno frenteamplista sino una concepción diferente de las prioridades sociales. Fue el mejor gobierno en décadas para los intereses de las grandes mayorías, y resultó respaldado por la ciudadanía. Los llamados partidos tradicionales seguramente asumirán cargos en los entes y servicios descentralizados no sólo como forma de controlar sino también para asegurar lugares a sus propios «desempleados políticos». Sus líderes tratarán de generar hechos políticos ya sea a través de leyes, algunas de las cuales buscarán presentarse más a la izquierda que las que nosotros propongamos para generar divisiones internas. Y otras que en su caparazón resulten populares pero de profundo contenido reaccionario. (Por ejemplo en lo que refiere a seguridad). También lo seguirán haciendo a través de interpelaciones constantes a nuestros ministros. A nivel local se preparan para ganar la mayor cantidad posible de gobiernos municipales, más allá de la bomba de humo que es el recurso de inconstitucionalidad. Su rechazo de fondo de la ley se encuentra en que implica la redistribución de poder, que ya no radicará en representantes nombrados por el Intendente, sino en un Concejo Municipal de 5 miembros encabezados por un alcalde y ello por un proceso electoral. En el conjunto del país es un avance cualitativo y cuantitativo en la profundización de la democracia. Independientemente de que en Montevideo –con 20 años de descentralización- se pase de 18 Centros Comunales Zonales a 8 Municipios. No estamos diciendo que la Ley sea perfecta sino que, por el contrario, debe ser mejorada en el proceso de seguir ampliando la democracia. Pero si en algo persisten es en su estrategia de fondo: cómo dividir a nuestra fuerza política, tratando de enfrentar a los sectores que la componen o introduciendo discusiones desde afuera. En tal sentido, no es por azar que el diario El País, vinculado desde siempre al Partido Nacional, dedique amplio espacio de un suplemento a la alianza entre el MPP y el PCU. El argumento esgrimido por el suplemento «Qué pasa» del sábado 13 de febrero, es que existe un acuerdo entre estas dos fuerzas políticas, por el cual los comunistas dieron sus votos al candidato a presidente Mujica en el Congreso del FA a cambio de cargos en la gestión. Este acuerdo garantizaría el control del FA al tener el PCU el dominio sobre un tercio de la estructura de base y el MPP ser la fuerza mayoritaria en cuanto a votos. El desarrollo del artículo, propone de hecho que la única posibilidad de incidir que tienen los otros grupos políticos en estos 5 años en el FA es «cambiando la organización de la fuerza política» para así limitar o eliminar el peso de los comunistas. No es baladí el «consejo» que brindan «generosamente ». Porque trata de socavar la estructura del FA, su contacto permanente con el pueblo a través de los comités de base. Desde semejante asesoramiento se convierte al Frente Amplio, que es en su esencia coalición y movimiento, -es decir reunión de organizaciones políticas y participación permanente de las bases y su representación, más allá de los actos electorales- en un partido de electores. Pero es necesario atender con el mayor cuidado, que tal «consejo» se abre camino aprovechando cualquier baja participación en los comités de base, que permite que florezcan posturas como las «sensibles» propuestas mencionadas. El tema de fondo de la discusión de la izquierda es la participación y cómo garantizar que la misma no sea nunca una mera formalidad: no es ese el fundamento que en su historia ha llevado al Frente Amplio a crecer y doblar la apuesta desde un segundo gobierno para el mayor protagonismo y avance hacia el poder popular. Las transformaciones de fondo necesitan pueblo organizado, que elabore y se consustancie con el proyecto, que lleve a la profundización de la democracia en todos los niveles. La estructura de nuestro FA permite el desarrollo de la discusión, el intercambio, la elaboración. Es necesario el análisis de los últimos cinco años de gestión y a partir de ello multiplicar la acción militante de quienes son parte esencial de la política en el gobierno. La impronta que ha tomado el nuevo gobierno electo, de consulta a los órganos de dirección del FA, es saludable. Sin duda permitirá tener mayor confianza aun en la repercusión de las discusiones que se realicen. Aunque esto por sí solo no baste para mejorar la participación, es un avance. Y si bien existen efectivamente cuestiones que no son «de principio», más allá de cualquier actualización que se discuta, la profundización de la democracia participativa real seguirá siendo eje principal para el conjunto de la izquierda.


Y a propósito


No merece el tema más líneas de las que lleva. Pero menos tampoco. Lo que en este editorial se señala como “consejos” de los que no acusamos como aceptables de parte de la oposición, aparece insistentemente desde largo tiempo y por distintos medios –señalamos inevitablemente a “Búsqueda”, tradicional al efecto- y entre otros a “la diaria” en diversas oportunidades, la última del día jueves 18 de febrero. Sólo a los efectos de que nuestros lectores no se lleven a confusión, aclaramos algunos puntos esenciales: - El PCU siempre actuó, haciéndolo además en conjunción con la 1001 que es su lista integrada con aliados, en el sentido de lograr fórmulas unitarias y atendiendo siempre a los organismos correspondientes, tanto internos de la lista como internos del Frente Amplio. - Las decisiones tomadas por la dirección del PCU se refirieron siempre a la discusión necesaria en su ámbito y de acuerdo con situaciones reales y nunca con situaciones fortuitas. La situación real respecto del MIDES es que la compañera Marina Arismendi –sin duda de impecable trayectoria en su responsabilidad- manifestó su intención de jubilarse y su expresa disposición a hacerlo así. - De tal modo que cualquier referencia a si es conveniente o no su permanencia en el MIDES carece de validez alguna por la propia decisión de la persona aludida a la que debe respetarse en todos sus términos. - Cualquier otra interpretación carece de credenciales por más que sean agradecidos los reconocimientos a determinadas declaraciones públicas y a la deferencia que a las mismas presten algunos medios de comunicación.

viernes, 12 de febrero de 2010

La respuesta rápida, el gran dilema (12 de Febrero, 2010)



Cuando hablamos de un nuevo modelo de gestión, debemos pensar en un modelo
institucional con suficiente y permanente capacidad de transformación en función
de la mejor atención de las definiciones programáticas

«En la tierra hacen falta personas
que trabajen más y critiquen menos,
que construyan más y destruyan
menos, que prometan menos y
resuelvan más, que esperen recibir
menos y dar más, que digan mejor
ahora que mañana»
(Ernesto Che Guevara).
La revolución de la gestión
En el artículo anterior analizábamos
en líneas generales algunos aspectos
y desafíos del próximo gobierno departamental
como uno de los ejes fundamentales.
En ese sentido es importante resaltar
que en su momento el Programa Departamental
para Montevideo de 1989,
Doc. Nº 6, aún vigente, aplicado a partir
de 1990, implicó una profundización
democrática, desarrollando el Proyecto
Descentralizador y un cambio fundamental
en la forma de ver y gestionar
la ciudad de Montevideo. Este documento,
eje fundamental del Frente
Amplio, marcó líneas generales que se
han aplicado a lo largo de 20 años de
gobierno, por lo cual entendemos necesario
volver a releer a la hora de pensar
por qué lado debería mejorar la
gestión. Y que si bien el modelo generado
a partir de la descentralización y
desconcentración de servicios permitió
acercar a los vecinos las diferentes
responsabilidades del gobierno departamental
hoy es necesario repensar
todo el proceso de la gestión para mejorar
los tiempos de respuesta al vecino,
atacar los tecnicismos que sufre
la gestión mejorando sensiblemente la
forma y los contenidos de los servicios
que debe cumplir el gobierno departamental
y en perspectiva el municipal, a
partir de las alcaldías.
Bajando a tierra
La creación en su momento de los CCZ.
tuvo como fin acercar la llamada ventanilla
de entrada a la IMM al barrio con
todo el desafío que significaba en su
momento romper con una forma centralista
de gestionar, controlar y realizar
las diferentes tareas municipales.
Objetivo que en muchos aspectos fue
cumplido aunque queda mucho por
hacer. Hoy hay muchos trámites que
se inician en el CCZ pero es imposible
seguirlos desde allí. Ya que sólo se
cumple el rol de boca de entrada del
trámite y no depende de la estructura
descentralizada ni el seguimiento, ni el
control del pedido y mucho menos la
ejecución. Todo ello queda aún en
manos de estructuras centralizadas
vetustas en su forma organizativa que
siguen funcionando como hace 50 años
y cuyos resultados y velocidad de respuesta
dejan mucho que desear.
Tal es el caso de las divisiones de limpieza,
vialidad, áreas verdes y paseos
públicos, los cuales sufren estos métodos
de gestión anquilosada que le
impiden mejorar los tiempos de respuesta
al vecino y siguen siendo totalmente
centralizados mas allá de que
cuenten con algunas cuadrillas en el
territorio. La antítesis de estos servicios
es el servicio de alumbrado, que
si bien técnicamente dependan de un
servicio central, se encuentra
desconcentrado. Este servicio ha sido
durante la mayor parte de los 20 años
de gobierno frenteamplista la «vedette»
de la gestión municipal logrando
en algunos periodos
más del 95% de las
luminarias de la ciudad en
funcionamiento.
La gran diferencia en el
trabajo de estos servicios
tiene que ver con que en
uno está concentrado: la
gestión es realizada a través
de los servicios centrales
manteniendo una
estructura clásica de gestión
que no ha variado mucho
en 50 años. Mientras
que el otro está
desconcentrado: participan
los vecinos y trabajadores
en el control de la
gestión y utilizan nuevas
formas de organización
del trabajo que permiten planificar el
mismo de forma de cumplir con los
objetivos planteados.
Esta lucha permanente contra las chacras
y los compartimientos estancos,
que se ha vivido desde hace mucho
entre servicios, los 20 años de gobierno
municipal frenteamplista no han logrado
eliminarlos del todo. Porque
cada vez que se toman medidas la «señora
» burocracia crea nuevos elementos
que vuelven a punto cero los cambios.
Se hace necesario meterle bisturí
a fondo a la gestión de forma de romperla
de una vez porque no permite
mejorar las condiciones de los servicios
y la atención a los vecinos.
Gestionando la gestión
Para ello será necesario aprovechar los
años de experiencia que constituyen
una rica y buena base para plasmar la
reestructura e impulsar un nuevo modelo
de planificación y de gestión
participativa, organizada y con una ciudadanía
consciente de lo importante de
su rol en la construcción y gobierno
de su departamento desconcentrando
todos los servicios municipales que por
su tarea se puedan desconcentrar.
Será necesario a su vez
implementar la planificación estratégica
que atraviese el conjunto de la
estructura municipal con la participación
de todos sus actores. La Intendencia
de Montevideo no puede estar
ajena a la concepción relevante planteada
por el Gobierno Nacional: «La
Transformación Democrática del Estado
». Debe asumir el desafío de transformar
la relación entre el Estado y la
ciudadanía. Para ello la IMM habrá de
convertirse en una institución más dinámica
que pueda responder con agilidad
a las inquietudes y preocupaciones
de la comunidad. Obligatoriamente
requiere un fuerte impulso renovador
hacia servicios más eficientes, con
la creación de ámbitos colectivos de
intercambio sobre planes y
lineamientos de trabajo de cada servicio
recogiendo opiniones, propuestas
y criticas de los funcionarios, compromiso
que debe ser una palanca para el
cambio. Se requiere capacidad de diálogo
de las direcciones políticas, escuchar
y dialogar. De modo tal que las
evaluaciones colectivas por unidad o
servicio, el cumplimiento de los planes
de trabajo, unificando criterios hagan
que cada funcionario asuma una actitud
de innovación. En este sentido la
discusión previa de los planes de trabajo
se convierte en elemento importante
de motivación y compromiso.
Con los trabajadores todo sin los
trabajadores nada
Sin los trabajadores cualquier proyecto
quedará en eso, en un proyecto. Es
tiempo de comenzar a planificar y ejecutar
un modelo de gestión por proyectos
con la partición activa de los mismos
, que contemple indicadores de
productividad y eficiencia (dentro de los
cuales el nivel de respuesta a la demanda
vecinal y la conformidad de los
usuarios debe ser siempre ponderado
con claridad), y que a su vez esté acompañado
de un sistema de premiación a
la calidad y la mejora de la gestión.
Desde compensaciones económicas o
días libres, hasta la inclusión de
puntajes extra ante valores de excelencia
en las evaluaciones, debemos pensar
con los trabajadores un sistema
de reconocimiento de la buena gestión,
que premie por encima de los compromisos
contractuales a quienes se destacan
por su compromiso. En este sentido,
es vital que transformemos el sistema
de evaluaciones actual, centrado
en un modelo jerárquico vertical, de
escasa participación de trabajadores y
vecinos, por un sistema basado en el
cumplimiento de las metas fijadas con
antelación en el acuerdo entre la administración
y sus trabajadores/as, y
que responda claramente a la planificación
generada con los vecinos en los
PLAEDEZ y otros instrumentos de planificación
participativa de mayor periodicidad.
En ello el rol de servidor público
y sobre todo la imagen del funcionario
municipal tiene que operar un
cambio. Los elementos de coordinación
y cohesión dentro de cada servicio
y entre los mismos, debe revertir la
creación de subgrupos o fracciones.
Toda esta trasformación necesitará que
el modelo y estilo de gestión a
implementar en el próximo gobierno
municipal debe apuntar a desarrollar
modos de conducción colectiva, sin
dejar de reconocer el papel definitorio
del Intendente. En este sentido será
necesario jerarquizar el papel del gabinete,
como equipo y como principal
ámbito de definición y conducción del
quehacer municipal.
Esta nueva forma de dirección colectiva
deberá buscar la manera de procesar
la discusión política sobre las principales
líneas de gestión e
implementación de los diversos planes
y programas departamentales.
Cuando hablamos de un nuevo modelo
de gestión, debemos pensar en un
modelo institucional con suficiente y
permanente capacidad de transformación
en función de la mejor atención
de las definiciones programáticas, que
potencie el conjunto de las capacidades
y los recursos que permitan cumplir
eficientemente los programas y planes.
Para lograr este objetivo será fundamental
la planificación estratégica como
política de conducción que permita llevar
a cabo las transformaciones propuestas.

lunes, 8 de febrero de 2010

A ganar otra vez. 5 de Febrero 2010



Coincidiendo con el “regreso al ruedo” de El Popular, este viernes 5 de febrero nuestro Frente Amplio cumple 39 años. Partidos y movimiento político en coalición, el Frente Amplio es síntesis de un proceso histórico de acumulación de fuerzas de nuestro pueblo. En 1971 surgía como una esperanza concreta para miles de uruguayos y uruguayas que veían el fracaso de las soluciones propuestas por los “partidos tradicionales” ante la crisis política y económica que vivía nuestro país.
La singular experiencia de unidad reconocida a escala planetaria, demostró a lo largode su historia la posibilidad de que cristianos, socialistas, comunistas, así como blancos, colorados e independientes de pensamiento progresista, confluyeran en una única herramienta de cambios.
La dictadura fue el modo apropiado a sus fines que encontraron las clases dominantes para intentar frenar, a través de una feroz represión, el proceso de acumulación política y social que había alcanzado nuestro pueblo.
Sin embargo, el fascismo resultante se rompió los dientes ante la lucha del pueblo organizado. Por eso el Frente Amplio puede estar orgulloso de que la batalla por la recuperación democrática lo encontró en primera fila. Estos 39 años no han sido un campo de rosas, porque la unidad siempre es compleja y
contradictoria. El enemigo de clase siguió actuando para lograr la división de esta fabulosa fuerza política. Hubo en su momento quienes se separaron pensando que tenían votos cautivos y su fracaso electoral demostró por el contrario que el frenteamplismo trasciende la incidencia puntual de sus integrantes.
Tuvimos momentos en los cuales parecía que era muy difícil sustituir la conducción de los hombres y mujeres que con su experiencia y accionar habían enseñado que lo importante era el bosque y no el árbol si lo que se buscaba eran caminos unitarios. Las nuevas generaciones fueron demostrando, no fácilmente pero con éxitos notorios, que habían tenido excelentes maestros.
La experiencia de nuestro Frente Amplio es admirada y estudiada en diferentes partes del planeta. Porque más allá de las dificultades que surgen en el terreno de la política, existe en el Frente Amplio la unidad estrecha garantizada por su propia estructura, en la cual se conjugan al unísono en tanto por ello se trabaja, los partidos políticos y el movimiento de base, traducida en nuestro lenguaje como la coalición de partidos y movimiento. Ello ha consolidado una tradición de discusión franca y fraterna, que siempre busca caminos de salida comunes aunque ello implique resignar pretensiones individuales o partidarias, por justas que ellas sean.
Ningún otro partido político de nuestro país puede demostrar que su programa de gobierno es fruto de la discusión de miles. Que sus candidatos no son electos entre cuatro paredes sino producto de la discusión en igualdad de militantes de los comités de base y de los dirigentes de los partidos integrantes de la coalición.
Argumentábamos a fines del año pasado que la experiencia de ir a una elección interna enfrentando a dos valiosos compañeros no había sido para nada positiva. Demostraba, para los que tenían dudas, la importancia de acompañar al programa único con un único candidato a su vez.
Nos comprometimos y trabajamos para buscar los acuerdos que permitieran ir con candidatos únicos en todas las intendencias del país.
Ello no implicaba desmerecer a ningún compañero o compañera sino de buscar salidas de consenso. Lamentablemente, salvo en algunos departamentos, esto no se logró. Ahorase trata que en la campaña que desarrollemos los frenteamplistas el centro fundamental sea el enfrentamiento entre nuestro modelo de país
y el que ofrecen los llamados partido tradicionales.
En mayo el objetivo debe ser conservar las intendencias que tenemos y seguir avanzando
para confirmar el apoyo que recibimos en octubre y noviembre.
En el conjunto de las definiciones departamentales, no resulta inesperado que la elección por parte de nuestra fuerza política del candidato para la capital acaparase la atención. Hace 20
años que gobernamos Montevideo y nuestra votación no baja del 55%. Cualquier analista diría que el candidato electo por nuestra fuerza política será sin dudas el futuro intendente.
La postulación de dos valiosos compañeros a la Intendencia hacía compleja una salida unitaria.
Frente a esta situación, en un principio, un conjunto de grupos políticos nos propusimos llegar a un acuerdo para que existiera un único candidato. Dialogamos con todos los candidatos y los partidos que los respaldaban. Asumiendo que el programa que se iba a llevar adelante era el del Frente Amplio y no consiguiendo nuestro propósito, definimos apoyar con nuestros votos al compañero Daniel Martínez. Aclarando que si el compañero Varela obtenía mayor cantidad de voluntades en el plenario departamental, nuestros votos lo acompañarían en una segunda instancia para así lograr las mayorías estatutarias.
Somos fieles a los compromisos asumidos y trabajamos en este sentido. Prueba de ello es que aun cuando nuestra compañera Ana Olivera fue presentada desde las bases por una coordinadora, nuestro voto como Partido cumplió en todo momento lo comprometido.
En el cuarto intermedio se trabajó con flexibilidad para llegar a acuerdos que permitieran al FA presentar un único candidato. La intención fue llegar a un consenso sin la intención de vetar a nadie. Nunca fue característica –ni de nuestro Partido ni del Frente Amplio- el uso del mecanismo del veto de ningún compañero.
Obviamente comprendemos que haya frenteamplistas que no compartan las definiciones tomadas o que compartiéndolas se encuentren molestos por la resolución final. Debemos entre todos hacer los máximos esfuerzos para zurcir las heridas que hayan quedado para trabajar unidos.
En Montevideo, la altísima votación mantenida del Frente Amplio no debe hacernos descansar como si ya todo estuviera resuelto. Autocríticamente reconozcamos que en la elección
nacional hemos perdido votos en algunas zonas de la capital y por el bien de todos hay que recuperarlos. El trabajo de cada uno de nosotros, férreamente ligado a la estructura cuya base esencial son los comités de base y su llegada directa a la población, con entusiasmo (y tal proceder vale para todos los departamentos) es imprescindible un triunfo a nivel de intendencias, merecido y acorde con el respaldo que a nivel nacional logró la continuidad del gobierno frenteamplista.
Compenetrarse con el “hago falta” de Zitarrosa es muy buen modo de involucrarse activamente en la campaña al tiempo que se reflexiona en común acerca de la importancia de los mejores resultados: tener una candidata con experiencia municipal en Montevideo, y alcanzar más intendencias en los departamentos metropolitanos y del interior.
En definitiva, se trata de ganar otra vez.