jueves, 15 de julio de 2010

Entre dilemas y expectativas (16 de Julio 2010)




Este martes 13 el Uruguay fue una fiesta. Miles de compatriotas salieron a manifestar su apoyo a lo realizado por nuestra selección. Respaldo a un proceso y a una forma de encarar el juego, que consciente de sus limitaciones demostró que puede enfrentar de igual a igual a cualquier equipo. El fútbol es para los uruguayos el deporte popular por excelencia. También –reconozcamos- un negocio redituable para quienes saben dónde y cuándo invertir como lo comprende claramente esa trasnacional que es la FIFA. No vamos a llorar por los arbitrajes tendenciosos, pero sin duda Uruguay no era un negocio redituable. Hay que saber separar el deporte de las intenciones que tienen algunos de sus principales organizadores. No podemos olvidarnos que hubo un mundial en Italia en medio del fascismo y otro en la Argentina de la dictadura militar. Casualmente ninguno se realizó en un país socialista. Algunos podrán opinar que buscamos mezclar el fútbol con la política, pero en nuestro país ambos siempre han estado asociados. Notorios dirigentes políticos lo han sido de los clubes más importantes del Uruguay. ¿O acaso nos olvidamos del veto a un joven presidente de Progreso cuando estaba postulado a ser presidente de la AUF? En el mes del fútbol, mientras la “jabulani” giraba, otras cosas sucedían, aunque en los informativos mediáticos eran noticias marginales. La crisis europea no deja de avanzar y las medidas regresivas en contra de los trabajadores y el pueblo continúan. Mientras que la “furia roja” conseguía un merecido primer puesto, basado en la continuidad de un proceso de 10 años con los mismos jugadores, varios de los cuales juegan en el Barcelona, los trabajadores del metro de Madrid recibían como respuesta que no importando cuánto pelearan, la empresa no iba a dar marcha atrás y debían aceptar la rebaja salarial decretada. Las clases dominantes no descansan y aprovechan cualquier momento para avanzar en su proyecto de seguir acumulando riquezas. En este mes sufrimos tres subas de la carne en las cercanías de los partidos de Uruguay. ¿Coincidencia? Se dice por parte de nuestros capitalistas que es a raíz del “aumento del consumo”, viejo argumento que no resiste un análisis profundo. Esta situación en un alimento de primera necesidad para nuestro pueblo podría ser regulada si el Estado contara con un ente testigo de abastecimiento del mercado interno. El programa del FA explicita la creación de una comisión que estudie el tema. Esto es lo primero que hay que hacer, independientemente de que algunos tenemos propuestas para aportar en torno a sus características. En primer lugar debería estar gestionado conjuntamente con pequeños y medianos productores, trabajadores, y la Universidad de la República. Su ramo de actividad, en principio, pasaría por el procesamiento de la carne vacuna, porcina, avícola, ovina e ictícola, así como subproductos derivados, tanto para asegurar el abasto interno a la población a precios reducidos, como para exportar carnes de igual tipo y sus subproductos. Asimismo intervenir en la industria del cuero suministrando materia prima, tanto a la industria de la vestimenta (tapizado, calzado, marroquinería), como a las curtiembres. En segundo lugar se tendería a que el mismo cubra el abasto interno, lo cual redundará en precios acordes para el consumo y también a la cobertura del productor rural pequeño y mediano respecto de los vaivenes del mercado exterior. Para ello debería tener tantas filiales en el territorio nacional como sea necesario, asociadas a la construcción de cámaras de frío que permitan operar con las producciones locales, no sólo de carnes sino de productos hortifrutícolas. Es necesario en tercer término, generar un mecanismo exportador de carnes y cueros, comenzando por acuerdos comerciales con otros Estados, tendiendo a la complementariedad productiva. Ello tanto –y en primer lugar- a nivel regional, del MERCOSUR, del ALBA, etc., como del relacionamiento con otros países. Complementariamente será necesario establecer una ley que regule y limite la exportación de ganado en pie, cueros sin procesar, o con procesos mínimos, secos o salados a fin de defender la disponibilidad de materia prima. En cuarto lugar, el suministro de materia prima a la industria de la vestimenta y a las curtiembres debería concretarse sobre una reestructuración de ambos sectores, a través de la asociación de capitales privados con el Estado en una estrategia de desarrollo elaborada y gestionada con amplia participación social. Obviamente, todo esto que lo ponemos en condicional, en tanto se asuma, afectará, directa e indirectamente, a los intereses de los grandes capitales vinculados a los frigoríficos. No es sorprendente que esta propuesta, entre otras, sea tomada como caballito de batalla para tratarla como enfrentamiento a nuestro gobierno. Según quienes eso intentan, el dilema de hierro para quienes así proponemos, es entre el apoyo al gobierno o la fidelidad a nuestros principios, programa e historia. Una interpretación de inviabilidad que no comprende el proceso de unidad de la izquierda y sus expectativas. Unidad en medio de la contradicción y de la discusión franca y fraterna. Porque ser parte del gobierno no implica ser omiso a sus errores y ser críticos del mismo no significa sentirnos ajenos a su desarrollo. Somos consecuentes con lo que pensamos y actuamos en ese sentido en todos los ámbitos donde militamos. Que les moleste a las clases dominantes es un índice más de que resulta muy probable la corrección del camino que planteamos. Este es el año del 90 aniversario y del XXIX Congreso del PCU. Desde su historia y el presente que nos convoca hacia adelante, redoblamos el esfuerzo para seguir avanzando.

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