viernes, 10 de septiembre de 2010

Presupuesto abierto a las necesidades del pueblo. (3 de Setiembre 2010)




La expectativa generada por el Mensaje Presupuestal que entró el pasado miércoles en la Cámara de Diputados es sin duda muy grande y así lo merece porque determina la posibilidad de los cambios profundos y necesarios. Cambios logrables a través del cumplimiento pleno del programa que mandata al gobierno.

La mayor importancia del Presupuesto radica en la concepción que lo impregne. No hay que inventarla, la concepción está definida claramente en el programa del Frente Amplio y exige expresamente jerarquizaciones insustituibles. Alcanzamos el gobierno después de luchas populares inmensas, atravesamos un primer período con logros innegables, pero mucho queda todavía por avanzar en la construcción de un Uruguay productivo, con justicia social, profundización de la democracia y rompimiento de la dependencia. Porque seguimos siendo un país dependiente aunque no hayamos caído en recesión. El Presupuesto que regirá el quinquenio implica un debate exhaustivo por las prioridades y la orientación económica que las sostenga. Y así como repetimos que cada instancia presupuestal involucra a todos los sectores de la sociedad, enfatizamos también que el debate no debe ser de cúpulas. Es una instancia definitoria en el terreno de la participación democrática. La actual oposición se muestra contenta, porque el espacio que siempre negaron los partidos tradicionales ahora el FA tiene la bonhomía de concedérselo y llegar a “acuerdos multipartidarios”…¡Fantástico! Sin embargo luego de tales concesiones y cierre de acuerdos, nosotros, la gente común y corriente, los trabajadores, jubilados, etc. recibimos un alerta inquietante: “No habrá mensajes complementarios”. Lisa y llanamente, un Presupuesto “cerrado”, de cúpula. Al demonio la participación ciudadana a la que se alude en muchos discursos. Es demasiado lo que se juega en estos tres meses y no se resuelve con números macroeconómicos, ajustes fiscales, búsqueda de estabilidades, crecimiento primero, reparto después. Todo eso ya lo vivimos y lo rechazamos siempre. También la improcedente inclusión de reformas –como la de Educación de Rama- . Pero ahora resulta que en la extensa exposición de motivos –lo único que nos dio tiempo a leer un pocose repiten como en plena política neoliberal, las palabras que tanto la distinguieron: “metas fiscales”, “estabilidad”, “sustentabilidad”, “eficiencia”, “fortalezas y debilidades”, “sistema mixto”etc . Y se incluye una reforma del Estado cuyos ejes no son precisamente las transformaciones que lo harían efectivo “servidor” para la población. Los trabajadores estatales no son los malos de la película, como los quieren mostrar blancos y colorados. ¡Bien que les sirvió su clientelismo de tantos años, generador de burocracia y corrupción! Por supuesto que hay que eliminar el clientelismo, disminuir la burocracia y desterrar la corrupción. Pero el Estado debe transformarse para que los uruguayos vivan mejor. Y si queremos hablar de Estado eficiente, procuremos ampliar la inversión nacional, hagamos marchar el ferrocarril, instauremos una política de precios controlados para el consumo, impongamos contrapartidas a los inversores extranjeros, empecemos a explorar un frigorífico multimodal para preservar el mejor consumo y exportación ganadera e ictícola. Defendamos la educación pública estatal, ampliemos las políticas sociales, el derecho a la vivienda, la salud y todos los derechos humanos. En definitiva: no después sino mientras crece la torta, distribuyamos adecuadamente la riqueza. No somos negativos: estamos plenamente convencidos de que el rumbo económico que necesita cambios, tiene un punto de partida importante en el Presupuesto, porque éste abarca la posibilidad real de que las fuerzas acumuladas por años de lucha permitan avanzar en logros económicos, laborales, de vida digna y de democracia plena, con participación efectiva del pueblo. La medida son los avances reales, los éxitos en las mejoras para el pueblo; las debilidades no nos están permitidas, que las asuma el capitalismo en su fase imperialista con sus crisis inevitables. Y si fallamos, revisemos el rumbo. Tenemos cuándo (los mensajes complementarios, las rendiciones de cuentas) y cómo (abrir cauce real a la participación popular y cumplir debidamente el programa). No puede haber “Presupuesto cerrado”.

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