jueves, 10 de junio de 2010

La clase obrera y su paraíso. (11 de Junio 2010)




Muchos hemos tenido la ocasión de ver la película cuyo título y contenido remiten a la clase obrera y su búsqueda del paraíso. “La clase obrera va al paraíso” nos mostraba con toda la crudeza del caso, la construcción de la conciencia de clase, dramática por cierto pero que da lugar a expectativas que no son meros sueños, en cuanto el aludido paraíso se edifica a su vez desde esa conciencia. Menor número –o mayor, porque el tiempo pasa y las políticas regresivas también- es el de los que no han visto tal película, no han vivido esos momentos, y sin embargo sufrieron la incidencia de esas políticas y viven a diario su condición principal. Son los asalariados, los trabajadores que cotidianamente enfrentan su situación familiar y personal y por tanto bregan por las salidas conjuntas, de clase. Porque sin duda la lucha de clases sigue existiendo, así como la necesidad del férreo nucleamiento de los trabajadores para su subsistencia. Con esa convicción fundamental el reciente 9 de junio, en un llamado de la central sindical a paro parcial con movilización, mostraron con hidalguía su presencia a lo largo de 18 de Julio hasta el acto central en la Plaza Cagancha. No faltaron en horas previas las “consultas” mediáticas de dudosa o nula validez, en tanto fueron contradichas por la presencia masiva en la movilización que acompañó al paro. No será posible avalar las mencionadas encuestas si se tiene en cuenta la presencia de los sindicatos en la marcha, el acto concretado en la Plaza Cagancha e incluso la posterior marcha de la Educación que pasó por el Ministerio de Economía y culminó en el CODICEN. Es preciso señalar, en el cuadro general al que siempre hacemos mención, que en este país la clase obrera y todos los asalariados responden a su organización central, el PIT CNT. Que nadie dude de ello y si lo hace que se arrime a sus manifestaciones. Fueron capaces algunos medios masivos de enfatizar el carácter “montevideano” de la movilización. Podemos afirmar que no existió tal cosa, pues los sindicatos nacionales tuvieron destacable presencia de compañeros de distintos puntos del Interior. Pero lo importante sin duda fueron los planteos que refirieron –desde las consignas, los carteles y los discursos- a alertas severas que desde su independencia de clase los trabajadores realizaron, al gobierno, a las cámaras empresariales y a la sociedad en su conjunto. Porque tal como bien lo ha definido el movimiento sindical, la mencionada independencia nada tiene que ver con la prescindencia. Los trabajadores organizados son responsables y así se manifiestan. Defienden su salario, su fuente laboral, el respeto por su labor y también por su vida cotidiana, su salud, su vivienda, su educación y la de sus hijos. No faltan quienes por desconocimiento o mala intención, cometen la falacia de atribuir al pueblo trabajador –en el que desde luego se incluyen los jubilados, también los excluidos del “mercado de trabajo” empujados a la desesperación- actitudes que según los falaces aludidos están reñidas con la independencia. “¿Cómo se permiten los trabajadores opinar de política?” Algo así como “zapatero a tus zapatos”. “Tú, trabajador privado o público, dedícate a “laburar”. Déjales a quienes integran lo que llaman “clase política”???, (no conocemos la existencia de tal categorización) que se dediquen a esos asuntos”. Aunque sea un ABC en la escuela primaria de las relaciones laborales, no está demás insistir que el “mundo del trabajo”, que tiene su historia larga, nunca podrá estar separado de las relaciones políticas que aborda una sociedad. Al respecto, este pueblo, como bien se dijo en la oratoria del miércoles 9, se pronunció por un programa de cambios profundos. Programa que a nivel político coincide en grado prácticamente unánime con el que ha elaborado la organización de los trabajadores. Y es por ese programa, por su cumplimiento e involucrándose como protagonista porque es su deber, que el movimiento sindical lucha y lo seguirá haciendo. Es su deber y su derecho. También frente a este gobierno cuyo deber fundamental, a su vez, es llevar adelante, sin contradicciones o a pesar de las que surjan en el devenir político, ese programa. Rescatamos como sustancial que se hayan remarcado en este magnífico acto y ante la inminencia del Presupuesto Quinquenal, no sólo las reivindicaciones salariales sino el reclamo por el programa. Sobre todo porque incluye las propuestas de salida a los problemas de la clase obrera, los asalariados, los jubilados, el pueblo en sus diversas manifestaciones expresadas en un II Congreso del Pueblo. Casi un símbolo de lo que estamos diciendo fue el encabezamiento de la movilización: los obreros de Metzen y Sena que se esmeran en la construcción de una salida asumiendo la responsabilidad que no logran tener quienes desde las cámaras empresariales emprenden “lucha injuriosa” por sus propios intereses, que son los del bloque dominante que integran. Es sí un alerta. Como lo fueron otras expresiones en momentos electorales. Tengamos presente que cuando lo que se produce es una fotocopia del original neoliberal, se corre el riesgo de que una sociedad opte por el original (experiencia de Chile mediante, como se señaló en la oratoria del acto del 9 de junio). Ciertamente es legítimo el llamado de los trabajadores organizados a luchar y construir, con involucramiento activo, una sociedad que avanzando y profundizando la democracia, sin renuncias ni confusiones, tenga como protagonistas principales a los integrantes del pueblo, sus trabajadores de ayer y de hoy en primer lugar, sean privados o públicos, para llegar al poder popular. Teniendo claro que todavía no lo tenemos y que la prioridad es bregar por alcanzarlo.

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