Durante la administración de Bush el planeta sufrió la acción imperialista estadounidense que ingresó en una fase más agresiva y unilateral de creciente signo fascistizante, sustentada en la desaparición del campo socialista, contrapeso real a sus intentos de expansión, y a la “creación” de un enemigo común: el terrorismo.
La aplicación de esta estrategia llevó a EEUU a combatir-invadiendo países-en varios frentes, violar sistemáticamente las leyes internacionales y generar un estado de represión interna. La oposición a nivel mundial, el fracaso para mantener controladas las zonas invadidas (con su consecuencias en pérdidas humanas y materiales) y la demostración práctica de los intereses económicos que se escondían detrás de las distintas acciones bélicas derrumbaron la construcción ideológica del terrorismo como amenaza que era necesario “atacar antes de que actúe”.
Los niveles de popularidad interna de Bush jr. cayeron estrepitosamente durante su segundo mandato. La llegada al gobierno de Barack Obama, -analizábamos hace un año-, era una respuesta ante la situación creada.
La votación por Obama, en el marco de una alta concurrencia a las urnas, reflejó el sentimiento de cambio del pueblo norteamericano. Fue una respuesta a la política nacional e internacional de la administración Bush y su gobierno. Así como también a la crisis económica que había comenzado a destrozar el poder adquisitivo de amplios sectores de la población, generando el aumento del desempleo y la pérdida de vivienda de millones de estadounidenses.
Muchos lo aclamaron, deslumbrados por un discurso diferente al de Bush, como el iniciador de una era de cambios. Desde el principio Obama planteó que habría cambios en torno a la política internacional basados en el multilateralismo, el retiro de tropas de Irak y una conducta de diálogo y negociación como primera medida.
Hoy día, el ganador del Premio Nobel de la Paz acaba de reforzar las tropas a Afganistán en 36.000 hombres, no ha retirado los soldados de Irak, continúa con el hostigamiento a Irán y mantiene el apoyo incondicional a las peores prácticas sionistas contra los palestinos. Defendiendo su patio trasero ha impulsado la instalación de las bases militares en Colombia y realizado un operativo para derrocar a Zelaya que ha terminado con el reconocimiento de un gobierno fradulentamente electo en Honduras.
Lo que cambió fue un estilo, pero no la intención de controlar zonas estratégicas en biodiversidad. La continuidad de la crisis económica bajo otras formas y otros estallidos financieros, no hacen más que augurar que el imperialismo buscará de diferentes maneras, apropiarse de los recursos del planeta.
Hemos repetido que los cambios en América demuestran la capacidad de los pueblos de buscar alternativas, heterogéneas, contradictorias y complejas, al neoliberalismo. Avances de los sectores populares ante la crisis de hegemonía de las clases dominantes.
En este año han abundado instancias en las que hemos podido observar cómo los procesos de cambio en algunos países parecen afirmarse a través del apoyo masivo en los actos eleccionarios. Apoyo popular que compromete aún más a los respectivos gobiernos a profundizar las medidas a favor del pueblo.
No obstante también hemos observando la tendencia a que en los países en donde la izquierda es gobierno, ha ido perdiendo peso electoral en las grandes ciudades. Más allá que podamos argumentar- y no es desacertado hacerlo- que parte de este retroceso en el apoyo tiene que ver con el no cumplimiento pleno de un programa de cambios, se nota la propensión a que estos procesos variopintos pierdan votos de las capas medias. Son fenómenos que demuestran las dificultades en torno a la creación de una hegemonía -con centro en los trabajadores- del bloque alternativo. Estas falencias, producto del grado de organización y conciencia de los sectores populares, es aprovechado por una derecha que crea “aparentes alternativas”.
Nos genera preocupación que la derecha chilena tenga posibilidades de obtener el gobierno, por lo que ello implica para el pueblo de ese país y para la correlación de fuerzas de América toda. Avances de la derecha que clava su aguijón en las indefiniciones de los gobiernos progresistas o en su incapacidad de separar a los sectores que objetivamente son parte del pueblo, de aquellos que por el contrario, forman parte de las clases dominantes.
En este contexto mundial y regional es donde se va a desarrollar nuestro segundo gobierno. Cinco años en los cuales debemos llevar adelante en forma plena el programa de nuestra fuerza política. Es un período que mantiene la contradicción principal entre país productivo con justicia social y profundización democrática o más dependencia.
Hemos logrado el primer paso al ganar nuevamente el gobierno con mayorías parlamentarias. Ahora es necesario asegurar las intendencias que ya tenemos y conseguir otras. Ello únicamente es posible si logramos resolver nuestros candidatos en forma unitaria, sabiendo ver el bosque y no sólo el árbol. Para nosotros lo fundamental es el programa que le vamos a presentar a la ciudadanía, que se expresa en forma unitaria con un único candidato. La unidad de acción no puede vernos enfrentados, porque eso a nadie sirve más que a la derecha.
En los días que nos separan de la vuelta de nuestro semanario seguramente estos temas estén definidos. Esperemos que las lecciones aprendidas en estos meses sirvan para facilitar las resoluciones que fortalezca al FA y a sus posibilidades electorales.
Nos despedimos hasta el 5 de febrero, el día del cumpleaños de nuestro FA.
Así que ¡a disfrutar las fiestas y reponer fuerzas para un feliz y activo año nuevo!
jueves, 17 de diciembre de 2009
viernes, 11 de diciembre de 2009
Editorial 11 de Diciembre 2009 (Somos confiables y podemos demostrarlo)
Los sucesos de este último mes del añonos muestran claramente las contradicciones
de un sistema económico basado en
la explotación del hombre por el hombre.
Frente a la crisis inmobiliaria-financiera de
base productiva, los países imperialistas no
dudaron en recurrir a la intervención estatal.
Lo hicieron socializando las pérdidas
para evitar la propagación de la crisis. Sin
embargo, como no pueden solucionar los
problemas intrínsecos al sistema, los efectos
de la crisis adquieren nuevas formas
En diferentes partes del planeta se desarrollan,
de manera entrelazada, diferentes
burbujas económicas que afectarán la vida
de millones de personas en el corto plazo.
Seguramente alguno dirá que estamos soñando
o que somos catastrofistas. Eso no
nos asusta. Ya estuvimos solos en el planteo
de que se aproximaba una crisis capitalista.
No nos alegramos ni nos entristecemos por
las crisis, en tanto son inherentes a los sistemas.
Nos preocupa sí cómo afectan a millones
de seres humanos que pasan a vivir
en la indigencia o a morir de hambre.
Nunca creímos que las crisis por sí solas
generen conciencia en las grandes masas.
Pensar esto es no comprender la importancia
del factor subjetivo. Basta ver cómo en
Europa la derecha más conservadora avanza
y gana en la gran mayoría de los países.
América Latina muestra la otra cara y no
es una casualidad. Los avances de nuestros
pueblos son producto de su grado de
organización y conciencia, del efectivo compromiso
de sus dirigentes con el programa
de cambios, que fue elaborado en años de
lucha social contra el neoliberalismo, y de
la capacidad de enfrentar consecuentemente
al imperialismo que buscará deformar
y truncar cualquier avance.
Así lo entendió el pueblo boliviano al respaldar
masivamente a Evo en las elecciones
del domingo último. En una Bolivia que
ha recibido presiones directas del imperialismo
norteamericano, al apoyar continuamente
a los grupos separatistas.
Debemos recordar que los avances de
nuestra América se han realizado en el
marco de las amenazas verbales, las presiones
económicas, los apoyos a golpes de
Estado y la instalación de bases militares
por parte del gigante del norte.
La situación de Honduras nos tiene que hacer
reflexionar sobre nuevos caminos que
busca EEUU para controlar su patio trasero.
Primero un golpe de Estado, que se rechaza
en función de la supuesta nueva
política exterior. Segundo, se intima a los
sectores golpistas a llamar a elecciones,
para que al final a partir de una votación
fraudulenta se reconozca a un gobierno títere.
En síntesis, estamos ante una maniobra
para blanquear un golpe de Estado.
Asumir este contexto político y económico
como perspectiva para el futuro inmediato
nos debe llevar a desplegar plenamente
nuestro programa de gobierno. El respaldo
masivo del pueblo uruguayo a nuestra fuerza
política, a su gestión de gobierno y al programa
a aplicar en el siguiente período nos
redobla la responsabilidad.
Nuestro pueblo votó por la profundización
de los cambios.
La conformación de un gabinete ministerial
frenteamplista es fundamental para garantizar
la unicidad de la política a llevar adelante.
La participación de la oposición en el
gobierno no implica el cogobernar.
La integración de ministros de la oposición
era una situación compleja de llevar adelante
cuando los programas de gobierno
eran diametralmente opuestos. De haber
existido ministros blancos o colorados tendrían
que llevar adelante un programa que
no era el suyo o renunciar al día siguiente
de asumir. Su papel, como lo han asumido
públicamente, va a ser el de controlar nuestra
gestión desde los entes y servicios descentralizados.
Recordemos que esta participación ya fue
ofrecida en la actual gestión de gobierno;
pero tal negociación quedó trunca en función
no sólo de la cantidad de miembros
que querían en ciertos organismos sino por
un hecho fundamental: no estaban dispuestos
a votar la modificación del Tribunal
de Cuentas y de la Corte Electoral. Obviamente
han aprendido que no pueden
estar por fuera de los organismos del Estado
si quieren aprovechar los logros del gobierno
como réditos políticos.
Ya lo hemos repetido: la campaña política
–en el cuadro de la actual situación constitucional-
no terminó el 29 de noviembre. A
partir de esa noche, todos los movimientos
de los llamados partidos tradicionales
van a estar enfocados en volver al gobierno.
En el corto plazo su intención será revertir
la alta votación del FA en la mayor
parte de los departamentos del país. Y en
aquellos que ya dan por perdidos,
focalizarán sus votos para lograr varios alcaldes.
La inteligencia política nos llama a trabajar
unidos para lograr el objetivo de conservar
las intendencias que tenemos y obtener
otras. Para hacerlo no podemos caer en el
error de las múltiples candidaturas, en función
de una competencia que vanamente
se puede suponer como ayuda. Al respecto,
no podemos olvidar la experiencia reciente
en lo que refiere a las múltiples candidaturas.
Y no vale ampararse en la superación
que logramos frente a tal dificultad.
Lo que vale es registrar adecuadamente la
experiencia.
Somos responsables de la conducción del
país. Por lo tanto, comprendamos los objetivos
de largo plazo y no caigamos en
mezquindades en torno a cargos y
protagonismos, ajenas a nuestra tradición
frenteamplista. Somos una fuerza de cambio
y lo hemos demostrado. Tenemos un
programa en común, una orgánica forjada
por años de luchas. Es sensato y acorde
con nuestra historia que logremos los consensos
para elegir no sólo a nuestros candidatos
a intendentes sino también a qué
compañeros vamos a proponer para las
alcaldías de todo el país.
Llegar a consenso es una tarea ardua pero
no imposible. Pongámonos a trabajar porque
lo importante es el conjunto de medidas
que hacen al bienestar de nuestra población,
y sobre todo a su concientización
aumentada a partir de la coherencia que
desde los principios y su aplicación logremos
afianzar en una confianza
crecientemente sólida por sus principios y
las realizaciones que con ellos se corresponden.
de un sistema económico basado en
la explotación del hombre por el hombre.
Frente a la crisis inmobiliaria-financiera de
base productiva, los países imperialistas no
dudaron en recurrir a la intervención estatal.
Lo hicieron socializando las pérdidas
para evitar la propagación de la crisis. Sin
embargo, como no pueden solucionar los
problemas intrínsecos al sistema, los efectos
de la crisis adquieren nuevas formas
En diferentes partes del planeta se desarrollan,
de manera entrelazada, diferentes
burbujas económicas que afectarán la vida
de millones de personas en el corto plazo.
Seguramente alguno dirá que estamos soñando
o que somos catastrofistas. Eso no
nos asusta. Ya estuvimos solos en el planteo
de que se aproximaba una crisis capitalista.
No nos alegramos ni nos entristecemos por
las crisis, en tanto son inherentes a los sistemas.
Nos preocupa sí cómo afectan a millones
de seres humanos que pasan a vivir
en la indigencia o a morir de hambre.
Nunca creímos que las crisis por sí solas
generen conciencia en las grandes masas.
Pensar esto es no comprender la importancia
del factor subjetivo. Basta ver cómo en
Europa la derecha más conservadora avanza
y gana en la gran mayoría de los países.
América Latina muestra la otra cara y no
es una casualidad. Los avances de nuestros
pueblos son producto de su grado de
organización y conciencia, del efectivo compromiso
de sus dirigentes con el programa
de cambios, que fue elaborado en años de
lucha social contra el neoliberalismo, y de
la capacidad de enfrentar consecuentemente
al imperialismo que buscará deformar
y truncar cualquier avance.
Así lo entendió el pueblo boliviano al respaldar
masivamente a Evo en las elecciones
del domingo último. En una Bolivia que
ha recibido presiones directas del imperialismo
norteamericano, al apoyar continuamente
a los grupos separatistas.
Debemos recordar que los avances de
nuestra América se han realizado en el
marco de las amenazas verbales, las presiones
económicas, los apoyos a golpes de
Estado y la instalación de bases militares
por parte del gigante del norte.
La situación de Honduras nos tiene que hacer
reflexionar sobre nuevos caminos que
busca EEUU para controlar su patio trasero.
Primero un golpe de Estado, que se rechaza
en función de la supuesta nueva
política exterior. Segundo, se intima a los
sectores golpistas a llamar a elecciones,
para que al final a partir de una votación
fraudulenta se reconozca a un gobierno títere.
En síntesis, estamos ante una maniobra
para blanquear un golpe de Estado.
Asumir este contexto político y económico
como perspectiva para el futuro inmediato
nos debe llevar a desplegar plenamente
nuestro programa de gobierno. El respaldo
masivo del pueblo uruguayo a nuestra fuerza
política, a su gestión de gobierno y al programa
a aplicar en el siguiente período nos
redobla la responsabilidad.
Nuestro pueblo votó por la profundización
de los cambios.
La conformación de un gabinete ministerial
frenteamplista es fundamental para garantizar
la unicidad de la política a llevar adelante.
La participación de la oposición en el
gobierno no implica el cogobernar.
La integración de ministros de la oposición
era una situación compleja de llevar adelante
cuando los programas de gobierno
eran diametralmente opuestos. De haber
existido ministros blancos o colorados tendrían
que llevar adelante un programa que
no era el suyo o renunciar al día siguiente
de asumir. Su papel, como lo han asumido
públicamente, va a ser el de controlar nuestra
gestión desde los entes y servicios descentralizados.
Recordemos que esta participación ya fue
ofrecida en la actual gestión de gobierno;
pero tal negociación quedó trunca en función
no sólo de la cantidad de miembros
que querían en ciertos organismos sino por
un hecho fundamental: no estaban dispuestos
a votar la modificación del Tribunal
de Cuentas y de la Corte Electoral. Obviamente
han aprendido que no pueden
estar por fuera de los organismos del Estado
si quieren aprovechar los logros del gobierno
como réditos políticos.
Ya lo hemos repetido: la campaña política
–en el cuadro de la actual situación constitucional-
no terminó el 29 de noviembre. A
partir de esa noche, todos los movimientos
de los llamados partidos tradicionales
van a estar enfocados en volver al gobierno.
En el corto plazo su intención será revertir
la alta votación del FA en la mayor
parte de los departamentos del país. Y en
aquellos que ya dan por perdidos,
focalizarán sus votos para lograr varios alcaldes.
La inteligencia política nos llama a trabajar
unidos para lograr el objetivo de conservar
las intendencias que tenemos y obtener
otras. Para hacerlo no podemos caer en el
error de las múltiples candidaturas, en función
de una competencia que vanamente
se puede suponer como ayuda. Al respecto,
no podemos olvidar la experiencia reciente
en lo que refiere a las múltiples candidaturas.
Y no vale ampararse en la superación
que logramos frente a tal dificultad.
Lo que vale es registrar adecuadamente la
experiencia.
Somos responsables de la conducción del
país. Por lo tanto, comprendamos los objetivos
de largo plazo y no caigamos en
mezquindades en torno a cargos y
protagonismos, ajenas a nuestra tradición
frenteamplista. Somos una fuerza de cambio
y lo hemos demostrado. Tenemos un
programa en común, una orgánica forjada
por años de luchas. Es sensato y acorde
con nuestra historia que logremos los consensos
para elegir no sólo a nuestros candidatos
a intendentes sino también a qué
compañeros vamos a proponer para las
alcaldías de todo el país.
Llegar a consenso es una tarea ardua pero
no imposible. Pongámonos a trabajar porque
lo importante es el conjunto de medidas
que hacen al bienestar de nuestra población,
y sobre todo a su concientización
aumentada a partir de la coherencia que
desde los principios y su aplicación logremos
afianzar en una confianza
crecientemente sólida por sus principios y
las realizaciones que con ellos se corresponden.
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